La autoridad ejercida con mansedumbre y sujetos siempre a Cristo quien es la máxima autoridad de la iglesia y de la familia, será de bendición para que los hijos crezcan y se desarrollen saludablemente.
“El primer mandamiento que contiene una promesa es éste: «Honra a tu padre y a tu madre, para que seas feliz y vivas una larga vida en la tierra.» Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino más bien edúquenlos con la disciplina y la instrucción que quiere el Señor.” Efesios 6:2-4 DHH.
1. La autoridad de los padres no consiste en gritos ni en el trato áspero a los hijos, sino en la suavidad de las palabras y en el contacto tierno y noble.
Los gritos y la rudeza física, es el reflejo de la falta de auto-control de los padres. No por hablar fuerte y golpeado los hijos entienden mejor, es todo lo contrario, los gritos y la falta de afecto físico dañan y provocan rebeldía.
Se debe considerar que en la infancia los niños están aprendiendo a tratar a los demás, por lo tanto, de acuerdo como los padres los traten así trataran ellos a los demás y, es natural que después de esta vida de gritos y ofensas, ellos crean que es normal hacer sentir a los demás, lo mismo que ellos sintieron en el trato de los padres.
2. La autoridad de los padres no es porque sean los progenitores, sino porque, además de eso, se ocupan de manera responsable en el cuidado para el desarrollo saludable de los hijos.
La responsabilidad de los padres comienza con la procreación y continúa con la provisión; los hijos no solamente necesitan de la comida y la bebida para crecer saludables, ellos necesitan de atenciones emocionales y espirituales. Los hijos aprenden a respetar y a valorar a los padres a medida que estos pasan tiempo con ellos y le hacen ver el valor y lo importante que ellos tienen el seno de la familia.
Un padre extraño, tendrá hijos extraños, es decir, si no hay una relación cercana de afectos físicos y de atenciones físicas, los hijos nunca sabrán lo que significa la presencia de la autoridad de los padres. Hay tiempo para cambiarles el pañal, para enseñarles a caminar, para enseñarles a andar en bicicleta. Que maravilloso es cuando los hijos reconociendo el valor y la autoridad de sus padres les hacen participes a la hora de formar sus propias familias.
3. La autoridad de los padres no es para infundir miedo en los hijos, sino para darles confianza.
Los hijos que abran sus corazones ante sus padres podrán ser orientados y aconsejados, les irá mejor porque adquirirán prudencia y sabiduría. Hay hijos que se cierran ante sus padres, porque ellos tienen miedo, y no confianza. Las amenazas no hace hijos confiados, si no miedosos, reprimidos y tristes, por lo mismo, les costará tomar decisiones en la vida.
4. La autoridad de los padres no debe poner en peligro a los hijos, sino que debe brindarle protección.
El maltrato por parte de padres con un carácter tóxico lastima no solamente lo físico de los hijos, sino también sus emociones y su espiritualidad. Cuando un padre quiere someter a sus hijos a la fuerza, realmente está formando rebeldía en ellos. Además, el padre que no tiene auto-control, piensa que hará de su hijo una persona honorable al “corregirlo con golpes”, en estos casos sucede todo lo contrario.
5. La autoridad de los padres no consiste en las muchas palabras, sino en los dichos con sabiduría.
La Biblia es la que forma la conducta correcta, pero aun la Biblia debe ser enseñada de manera correcta. Hay padres que han enseñado la Biblia a los hijos, pero ellos no permanecen en el camino de Dios o ya de jóvenes se van de la iglesia. Eso sucede porque los padres no supieron enseñar con sabiduría la Palabra; en lugar que los hijos aprendieran a escudriñar la Biblia y amar a Dios, esto se les quiso meter a la fuerza.
Los niños leerán la Biblia desde niños y aprenderán a ir a la iglesia, pero lo más importante es que ellos aprendan a relacionarse con Dios, que vivan día a día la verdad de la Palabra de Dios y que disfruten la relación con Dios, en lugar de ver todo esto como una carga frustrante que esclaviza.
5. La autoridad de los padres no es porque proveen una casa para los hijos, sino porque también les brindan un hogar.
El hogar es la correcta relación que les da el calor que necesitan para desarrollarse integralmente; que su crecimiento físico, emociona y espiritual sea producto del acuerdo conyugal, de la disposición de todos en el correcto cumplimento de los roles. La disfuncionalidad en la familia afecta totalmente a los hijos. Los niños necesitan fidelidad y santidad en el hogar, de esta manera la presencia de Dios es manifiesta para bendecir a toda la familia.
7. La autoridad de los padres no es para someter a los hijos, sino para enseñarles obediencia con el ejemplo.
Los hijos aprenden el camino del bien siguiendo por el a los padres. Es incorrecto e infructífero cuando un padre no hace el bien que le pide al hijo que haga; hay padres que le exigen a los hijos que respeten a su madre, pero ellos ven como el padre la maltrata, o a la inversa, hay madres maltratadoras, mentirosas y rebeldes, pero ellas mismas son exigentes con sus hijos para que sean personas de bien.
8. La autoridad de los padres no es la que se ejerce con ira, sino la que se ejecuta con amor y paciencia.
Si tus hijos están aprendiendo a caminar seguramente se caerán varias veces, lo mismo si le estas enseñando a andar en bicicleta. Así es todo en la vida de los hijos, ellos necesitan aprender todo, no nacen sabiendo las cosas, por eso es necesaria la paciencia para ser padres maestros que formen correctamente.
Cuando los padres no son pacientes se enojan muy rápido y al enojarse truncan el desarrollo de los niños, porque ellos ya no aprenderán bien lo que deben saber, ya que cada palabra, acción o gestos de los padres estará bajo la influencia de la ira y eso no inspira a nadie.
Ante todo, El actuar con autoridad y no con autoritarismo estimula, cultiva y promueve la comunicación y el dialogo abierto con nuestros hijos, solo así podremos conocer sus verdaderas necesidades y les ayudaremos para que sean niños sanos en óptimo crecimiento y desarrollo.