Dios nos ha dado todo lo necesario para que lo encontremos, además, que se ha dejado hallar, porque está cercano a nosotros. Uno de los nombres de Jesús es, Dios con nosotros.
Dios es el único que por su gracia y misericordia nos dio la fe para poder encontrarlo, aun cuando estábamos en las peores condiciones. Es Dios quien se dejó encontrar por quienes estábamos ciegos y en la más espesa oscuridad. Una persona muerta en su condición pecaminosa no puede hacer nada por si sola para encontrar al Dios, quien incluso se ha dejado hallar. Por lo tanto, se requiere a Cristo y al Espíritu Santo para poder tener un encuentro por la fe con Dios.
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)”. Efesios 2:4-5 RVR1960
Dios quiso que lo encontráramos, para que nos ubicara de nuevo en la condición de la que caímos cuando nuestros primeros padres (Adán y Eva) pecaron contra Él.
Ahora podemos tener vida eterna y gozar la bendición de ser sus hijos, quienes disfrutamos todos los días de sus atenciones de amor.
Hoy podemos lograr que nuestra fe crezca, para que siempre estemos clamando a Dios en cualquiera que sea nuestra situación, porque Él nos ayuda siempre que le pidamos su intervención. Todo aquel que está convencido desde el corazón, sobre quien es Dios, y que por lo mismo le adora de verdad, no estará solo, porque Dios está siempre con quienes le buscan en todo y con todo el corazón.
Cristo es la luz de la vida, por quien podemos ser alumbrados en las tinieblas y encontrar a Dios. Todo aquel que no acepta por la fe a Cristo como el Salvador, jamás podrá encontrar a Dios, siempre permanecerá en la condición de muerte por el pecado, y además sufrirá la condenación eterna.
“Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.” Juan 3:19 RVR1960
Hoy que estamos con Dios en una relación tan cercana, debemos ayudar a otros para que sean alumbrados con la luz del evangelio y encuentren el camino que lleva a Dios, y así puedan ser librados de la condenación, y reciban también, el perdón y la vida eterna.
“»Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa. Del mismo modo, procuren ustedes que su luz brille delante de la gente, para que, viendo el bien que ustedes hacen, todos alaben a su Padre que está en el cielo.” Mateo 5:14-16 DHH