Nuestra esencia es el amor, porque Dios es amor

Amaremos más, a medida que seamos más diligentes en la relación que Dios estableció con nosotros por su infinito amor,  cuando estábamos perdidos en la miseria de nuestros pecados.

Dios no solamente nos capacita para amar, Él nos ha dado una esencia al hacernos sus hijos,

porque no solamente somos hijos por adopción, nos ha dado la imagen de Cristo por quien fuimos constituidos hijos con todos los derechos. Así que, nuestra esencia es el amor.

Pero también somos hijos por crecimiento, es decir, debemos crecer y al hacerlo iremos pareciéndonos más a nuestro Padre, y Él es amor. La esencia de Dios es el amor, porque por amor planeó y ejecutó nuestra salvación, para que justamente pudiéramos ser sus hijos, porque no merecíamos ese derecho.

Así que, amar para nosotros no debe ser una carga frustrante, sino más bien, lo natural de una nueva naturaleza o imagen implantada por Dios. Ahora, ¿Por qué nos cuenta tanto amar? Las respuestas son varias, pero particularmente nos cuesta amar, cuando no somos responsables de nuestro crecimiento cristiano, cuando descuidamos nuestras responsabilidades en la comunión con Dios y en el ejercicio de nuestra fe.

El problema de esto no es solamente severo para las personas a las que debiéramos amar, porque sufren nuestra indiferencia, sino que también nosotros nos afectamos, porque el que no ama, no perdona y entonces sufre la carga de sus pecados, porque tampoco Dios lo perdona.

El que no ama, no sirve, y el que no sirve, no sirve. El que no tiene la fuerza para mar, tampoco es rico en bondad, el cual no puede disfrutar de las Palabras benditas de Jesús, que nos enseñan, que hay más felicidad al ser bondadosos, que al recibir:

“En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.” Hechos 20 35 RVR1O60

Mis hermanos queridos, yo sé que a todos nos gusta leer más sobre cuánto Dios nos ama, y casi no nos gusta que la Palabra nos confronte sobre el deber de nuestro amor, pero comencemos a buscar la bendición del amor, aprendiendo sobre nuestro privilegio de amar, porque amar debe ser tenido como un privilegio, ya que a través de esta decisión, de nuestro corazón, seremos cada día más bendecidos,  aunque Dios ya nos bendijo con lo más importante, lo cual es nuestra salvación, por su amor puro y por su puro amor.

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