Dios nos hace capaces para vencer el mal

Con fortaleza y consagración vencemos el mal.

Dios nos hace partícipes de su poder vencedor, porque su poder es aprueba del mal, sólo con su poder podemos vencer a nuestros enemigos malignos, los cuales también son los enemigos de Dios, pero Él ya los ha vencido, y es por eso que necesitamos de su poder, sólo así podemos ser más que vencedores ante este mal destructor.

Dios es la fuente del poder que derriba toda obra maligna por muy fuerte que esta sea. Dios nos capacita para estar en condiciones de victoria; nos hace ligeros, fuertes y frescos para no ser derrotados. Debemos tener certeza en esto para clamar, y para asegurarnos siempre de estar en comunión con Él, sólo así lo lograremos.

El poder que Dios nos da, es como el de un búfalo, porque este animal es símbolo de ferocidad contra el mal, de perseverancia, resistencia y de mucha fuerza. El mal creado por satanás, es total oposición a los planes y propósitos de Dios, por lo mismo, los ataques contra nosotros son sin treguas y a muerte.

Pero para poder vencer el mal, no solamente necesitamos la fuerza de Dios, también debemos consagrarnos a Él; la santidad es algo por lo que tenemos que clamar a Dios, pero también debemos responsabilizarnos en la búsqueda del cambio y la transformación del corazón, porque no podemos vencer el mal con un corazón dedicado al mal.

Si la fuerza del mal hace que nuestra vida se incline a él, si caemos en sus trampas y tentaciones pecaminosas nos acabará. Ahora es el momento, para que la palabra de Dios se almacene en nuestro corazón, y que sedamos a ella, porque así hará que nuestras vidas se amolden a la voluntad de Dios, y para que estemos dedicados solo para su gloria, así con una vida de bien triunfaremos sobre el mal.

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