
Cada vez que nos toque padecer, o ya sea que los tiempos sean prósperos, debemos saber que Dios de una u otra manera, nos está dando motivos para alegrarnos, porque todo lo bueno que se recibe viene de Él, y si estamos padeciendo necesidades, Él también las suplirá.
“Dios sostiene de manera admirable a sus hijos, por eso el afán o la sobre-preocupación no debe hallar cabida en nuestro corazón, ya que Dios es capaz de hacer que haya lo que necesitemos, y que encontremos lo que besucamos.”
Dios se muestra de infinitas maneras, como el único providente para todo cuanto existe, pero en especial al género humano, a quien busca convencer, que fuera de Él no puede hallar ningún bien.
Además, Dios revela al ser humano la provisión de un reino de paz y gozo, en donde Cristo nos fue dado como nuestro único y suficiente salvador. Cuando entendemos esto, nuestra esperanza va más allá de buscar sólo los bienes materiales que sustentan el cuerpo, sino que, aprovechamos la gracia divina para satisfacer también el alma.
Es así como Dios manifiesta su amor de muchas maneras para mitigar nuestro dolor, suplir nuestras necesidades y perdonar nuestros pecados. Nunca en nuestra vida nos faltará la clemencia, bondad y misericordia de Dios, es por eso la comunión con Él resulta necesaria para que la vida humana sea dichosa, porque de lo contrario la miseria continuará presente.
En todo esto, es menester comprender que Dios puede permitir que sus hijos en algún punto de la vida padezcan necesidades, pero lo hará con el propósito de consolarlos y que sientan que su mor ahí está para sostenerlos, y que si Él está ahí, todo estará bien. En este mismo sentido, puede permitir que los malvados prosperen, pero lo hará, porque a la vez ya tiene reservado un juicio severo para ellos.