Amar afirma nuestra fe y amor por Dios, nos hace gratos delante de Él, pues nos santifica, porque solo los que se consagran a Dios pueden amar con el amor puro del Padre celestial. Además, los que aman son perseverados fielmente hasta el día de la segunda venida de Cristo.
“Y el Señor os haga crecer y abundar en amor unos para con otros y para con todos, como también lo hacemos nosotros para con vosotros, para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre, en la venida de nuestro Señor Jesucristo con todos sus santos.” 1 Tesalonicenses 3:12-13 RVR1960
Dios nos pide que amemos a todos y debemos amarlos por igual, y no debe importarnos que la actitud de ellos sea hostil o negativa.
Esto parece difícil de cumplir, sin embargo, debemos pensar en algunas cosas: Este es el tipo de amor con el que Dios nos amó, cuando nosotros estábamos en contra de Él, viviendo una vida que deshonraba su nombre, pero aún así tuvo misericordia y nos dio gratuitamente el perdón y la vida eterna.
La segunda cosa, es que Dios nos ayuda para que podamos lograr amar tal y a como nos lo pide, y Dios hará esto a través de su amor que se disfruta, transforma, sana y es la base de la provisión con la que Él se nos muestra siempre. La tercera cosa, tiene que ver con la bendición, y el privilegio que tenemos para compartir las buenas nuevas del evangelio, para que los que están perdidos sepan que Dios los ama, para que los enemigos de Dios se conviertan en sus amigos y en sus hijos. Y ¿Cómo haríamos esto si no actuamos con amor?