La fe impulsada por la fe llega a Dios

Confiar en Dios hará que neutras vidas estén firmes en el poder de Dios, y viviremos siempre con la certeza que en el poder de Dios aun lo que es imposible puede ser hecho posible. La fe nos permite tener una amplia visión de Dios, de su propósito y de nuestro futuro bendecido.

“La duda no nos impulsa a la oración, o en todo caso, las oraciones que brotan de un corazón dudoso no son efectivas, porque a la vez, no se tiene plena certeza de que Dios sea capaz de poder con nuestro caso, o que nos pueda dar lo que necesitamos. Sólo la presencia de la fe puede hacer que una persona de se vea así misma impotente cuando actúa solo en la vida, pero al mismo tiempo, verá la suficiencia de Dios para su vida.”

La naturaleza de Dios es dar con generosidad y bondad, Dios no se reserva nada para sí,

piensa totalmente en nuestro bienestar, porque no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por nuestro rescate. Por todo esto, Dios espera que nuestras oraciones estén impulsadas por la fe y que no demos cabida a la desconfianza. De la misma manera, nuestras oraciones deben ser sinceras, es decir, no solamente debemos buscar las bendiciones de Dios, sino al Dios de las bendiciones con el propósito de estar en comunión con Él.

Con nuestras oraciones debe ir la ofrenda de nuestro corazón; todas nuestras intenciones, fuerza, pensamientos y acciones deben ser ofrecidos a Dios, con la confianza que Dios nos hará estar bien en todo momento. En nuestro corazón no puede habitar la fe y la desconfianza al mismo tiempo, porque esto hará que nuestra vida sea inestable, por lo que seríamos como las olas del mar movidos para todas partes, sin rumbo fijo.

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