
El conocimiento de la verdad sin hacerle caso a Cristo hace que la vida religiosa sea vana, vacía y sin frutos. El efecto del evangelio no es por conocer del evangelio, no se trata solo de tener información sobre el evangelio, se trata de recibirlo y vivirlo.
“El cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, más el espíritu vivifica.” 2 Corintios 3:6 RVR1960
Lo peligroso de todo esto, es que los que viven por la letra creen estar más cerca de Dios que todos, y por lo mismo se vuelven jueces y maestros,
de tal manera que determinan que es lo bueno y lo que es malo. El asunto, es que a menudo a lo malo le llaman bueno, y como maestros ponen normas sobre otros que ni ellos mismos pueden cumplir. Estos son los que cierran las puertas del reino, en lugar de ser ministros de la gracia.
Vivir solo por la letra hace simple a las personas, ya que aunque tengan la ley y una religión, ignoran el verdadero significado del sacrificio de Cristo, no aman como Dios quiere, porque han rechazado por la letra el amor de Dios, no son bondadosos, no practican y no conocen la misericordia, porque no entienden lo que es la gracia. El asunto, es que este es el tipo de personas que supuestamente son sabias de la ley de Dios, fueron los pidieron la crucifixión de Jesús.
Lo que realmente es conveniente en nuestra vida, es la aplicación del evangelio por el Espíritu Santo, es la palabra aplicada a nuestro ser entero y hecha carne en nuestra vida, y es Cristo vivo en nosotros. De esta manera, el evangelio nos da vida y fluye en nuestra vida diaria, y en nuestras relaciones humanas. Esto es la palabra viva dándonos vida por la presencia del Espíritu Santo.