En todo momento y circunstancia, Dios obra para el bien de sus hijos y de su pueblo, no importa que lo que esté sucediendo sea muy difícil, ya que para Dios no hay nada imposible y su amor por sus hijos está por encima de absolutamente todo, porque él mismo es amor.
«En lugar de que las adversidades afecten los planes y propósitos de Dios, él las usará para completar su obra perfecta en la vida de sus hijos y en el mundo.»
En la providencia, poder y gracia de Dios, hace que todas las cosas colaboren para sus propósitos en la vida de sus hijos,
es por esto que Dios puede neutralizar los efectos del mal en el terreno de la fe y de la salvación, es decir, el mal no provocará que un hijo de Dios deje de serlo, más bien, Dios hará posible que cualquier circunstancia difícil ayude para que su hijo lo conozca más, para que su fe sea fortalecida y su salvación confirmada, así mismo, acrecentará el gozo de la vida eterna.
Dios nunca pierde el control de todos los acontecimientos, por eso mismo, los usa para completar su obra en el corazón de su pueblo, porque los vuelve más confiados, más valientes, agradecidos y serviciales, esto porque Dios nos enseña a vivir como se debe, cómo se le honra, pero también como se disfruta. Por esto, ante los acontecimientos universales, no debemos caer en pánico, no debemos perder la paz y el gozo, pues Dios tiene el control absoluto y sus planes se están desarrollando perfectamente en nuestra vida.
Aunque los tiempos sean muy difíciles no pensemos que Dios se ha desentendido de todo, que nos ha olvidado, y que sólo nos espera la desgracia y la tristeza, más bien agradezcamos y sigamos confiando en él, porque en lugar de dejarnos solos y, a nuestra propia suerte, su gracia está operando y su misericordia se renueva, ya que en todo, al final nos gozaremos al ver su obra perfecta en nuestra vida.