Que por la misericordia de Dios a través de estas circunstancias creamos más en Su Palabra, que nos ha advertido sobre todo lo que está pasando y sobre lo que acontecerá, que seamos obedientes a ella y que toda nuestra vida se avive para la gloria de Dios.
La obra de Dios no para ni en medio de los tiempos más complicado,
y el anhelo de nuestro corazón debe ser que Dios nos ayude con el poder de su Espíritu Santo, para movernos en dirección de sus propósitos. Ante todo, en estas circunstancias en las que nos encontramos, esperamos aprender a vivir más ejercitados en la fe, en una mejor comunión con Dios y que por lo mismo, la obra de Dios en nuestras vidas sea avivada.
Debemos pedirle a Dios que volvamos al primer amor, que brote en nosotros otra vez la pasión por su obra, que anhelemos su presencia, que desde lo profundo de nuestro corazón brote la alabanza a su majestad, que vivamos consagrados sólo para él, que sea lo más importante en nuestra vida, que todo lo que hagamos sea dirigidos por Su Palabra santa.
Quizás el que las autoridades prohíban usar los templos sirva para extrañar lo que muchos han dejado, o estaban pensando dejar, por tibieza y frialdad espiritual, porque vivimos tiempos en los que muchas familias han dejado de congregarse, ya no escuchan La Palabra de Dios, tampoco adoran y mucho menos sirven al Señor como familia. Roguemos a Dios que esta crisis que estamos enfrentando todos, sirva para volver nuestra mirada y nuestras vidas a él.