Estábamos perdidos como ovejas sin pastor

Las ovejas ciertamente son débiles y hasta torpes, pero aún más, por naturaleza son necias, por eso necesitan de un pastor que las pastoree y por lo mismo, necesitan pertenecer a un redil, de lo contrario mueren perdidas y desprovistas.

Nuestra naturaleza como personas fue dañada por el pecado, nos corrompimos totalmente, y por un lado quedamos imposibilitados para valernos por nosotros mismo, y por otra parte, aunque ahora estemos redimidos en la sangre de Cristo, quedan residuos del mal en nuestra vida, y por eso tendemos a actuar en contra de la voluntad de nuestro gran pastor divino.

Nunca nos hace falta el amor de Dios que siempre busca darnos seguridad y todo el sustento, por eso nunca deja de llamarnos y guiarnos para que vayamos por la senda correcta, porque aunque existan los valles peligros, nos protege y nos alienta para que nos caigamos como presa del mal, y para que no nos acobardemos en medio de estos valles difíciles de transitar, pero que con nuestro pastor se hace posible cruzarlos con total seguridad.

Cristo Jesús es el gran pastor que se dejó herir, por salvar nuestra vida, por eso es que su protección es total, ya que estuvo dispuesto a entregar su vida por su redil. Jesús es el que nos busca hasta encontrarnos, y no importando la condición en la que estemos, siempre nos trata con amor; si estamos en un pozo nos saca, si estamos entre espinos, no nos deja heridos, sino que nos venda y nos cura, y puestos sobre sus hombros nos lleva hasta el redil.

Compartir