
Vivir justamente tiene que ver con hacer lo correcto de manera correcta, lo cual implica vivir haciendo la voluntad de Dios.
Tampoco significa que los hijos de Dios no se equivoquen, más bien es, que en lo general vivamos entregados a Dios,
y que por eso mismo debemos ser diligentes para buscar su ayuda, de tal manera que cada día aprendamos a vivir más a su agrado y sujetos gozosa y voluntariamente a su santa voluntad. Todo comienza con el reconocimiento de nuestra necesidad de Dios y con nuestra confianza puesta en Cristo.
Si la vida justa es protección para el pueblo de Dios, es porque los senderos de Dios son seguros, y por eso, aun en medio de las adversidades podemos estar bien con las bendiciones y con el amparo de Dios. Todos los caminos dirigidos por el Espíritu Santo y por la Palabra de Dios nos conducen a Cristo, en donde por él hay perdón, fortaleza, libertad, amor, consuelo etc.
Es por eso que cuando nuestra vida está siendo vivida conforme a la justicia, mediante todos los medios que Dios nos dio para que esto sea posible, estaremos muy bien, de lo contrario, se andará en caminos torcidos que al final traen dolor en el presente y muerte estrena en el futuro. Ya lo dice la biblia; “hay caminos que al hombre le parecen derecho, pero su fin es camino de muerte.”
El que rehúsa creer en Cristo como el medio de Dios para que vivamos a su agrado y en la senda que él marcó, ya es condenados, pues su misma vida está en desdicha, triste y vacía, aunque tengan las manos llenas de bienes materiales, ya que si el corazón está sin Dios no tenemos nada y siempre seremos orientados a la perdición eterna.