Tratemos con amor y con consideración a los que se equivocan

Tratemos a los caídos con misericordia, así como Dios nos ha tratado a nosotros en Cristo, busquemos con amor a los perdidos, porque así es la ley de Cristo y porque un día nosotros también podemos estar en el suelo o extraviados.

Impulsados por el Espíritu Santo debemos hacer volver al hermano que se extravía del camino correcto. Es un acto de bondad y de amor ayudar a los perdidos, a los que en algún momento o por alguna acción quedaron extraviados y expuestos al maligno. Este gesto de misericordia será efectivo cuando nuestro proceder en este sentido sea el reflejo de la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida.

La restauración es un proceso en el que se necesita delicadeza, ternura y comprensión, es un acto de compasión, de buena doctrina y paciencia. Está dicho por el Señor, que un ciego no puede guiar a otro ciego, un enfermo no puede curar a otro enfermo. Por esto es necesario, que el que quiera ayudar a otro debe conocer la gracia y el amor de Cristo primero, de lo contrario, en lugar de restaurar afectará más al hermano.

No veas el error de tu hermano como la ocasión para alegrarte por su desdicha, o como la oportunidad para destruirlo, porque es posible que un día tú mismo estés en su lugar y te puede ir peor. Es por eso que debemos ayudar al caído poniéndonos en sus zapatos, esta es la ley de Cristo; ayudar con empatía, con solidaridad.

Ayudar a los demás nos hace más fuertes ante las tentaciones del diablo, de lo contrario, estaremos más expuestos, y más por nuestros actos de indolencia y de falta de amor cristiano.

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