Los ríos y los mares de dificultades sirven para que Dios haga visibles su poder y su amor, ya que nada puede detener su poder, ni opacar el amor inmenso con que nos ama.
Dios nos abre caminos para que siempre vayamos tras sus propósitos y para que el enemigo no nos atrape en sus trampas y propósitos destructores. Nunca debemos darnos por vencidos por las adversidades que haya durante nuestro peregrinar en la fe, porque Dios siempre tiene previsto nuestro cruce por las dificultades aunque parezcan difíciles de cruzar.Toda la ayuda que necesitamos Dios nos la brinda cuando confiamos en él, pero siempre debemos estar orando, ya que constantemente nos encontramos a borde de dificultades. Es así como en lugar de querer retroceder, debemos proponernos avanzar, aún condado las aguas del mar o del río se vean amenazantes, porque Dios extenderá su mano y nos abrirá paso sin peligros de ser arrollados por las corrientes.Si hoy visualizamos angustias en el futuro no olvidemos que Dios va delante de nosotros, nos abrirá el paso, porque toda aflicción está bajo su control, nada escapa de su conocimiento anticipado y de su poder, es decir, Dios sabe de antemano nuestras angustias futuras y en su poder tiene ya prevista la salida.Tengamos en cuenta que si Dios nos pone frente a aguas profundas y ríos caudalosos, es porque quiere enseñarnos a depender más de él, ya que esto nos dará una mejor calidad de vida cotidiana.