Cristo es el Señor por encima de satanás y de la muerte, porque en la cruz nos liberó del príncipe de la oscuridad y con su resurrección rompió las cadenas de la muerte. Hoy por Cristo somos libres de la maldición del pecado y nuestro destino eterno en el cielo está logrado, sólo debemos creer.
“Creer en Cristo es confiar y depender de su obra y poder, es estar seguros de que lo que hizo es suficiente para tener el favor de Dios y que nos preserva siempre por sobre el poder del mal.”
El perdón de nuestra vida no es obtenido por obras humanas, pues se necesita creer en Cristo como el medio único y perfecto, solo así, es perdonado nuestro pecado y es quitada la culpa. La fe con la que se cree nos es implantada en el corazón por el Espíritu Santo, es decir, somos convencidos del pecado y de la solución en Cristo. La eficacia de la promesa del perdón no se refiere al mérito de nuestras obras, sino a la gracia de Dios.Debemos creer que Cristo venció a satanás y que por eso somos libres del poder maligno que nos tenía esclavos en el pecado, que Cristo nos justificó ante Dios para que no tengamos ninguna culpa que sea perseguida por la justicia divina. Pero, además debemos creer que Cristo venció el poder de la muerte, por eso al creer en él tenemos vida eterna, porque, aunque físicamente muramos volveremos a vivir en el día de la resurrección.Creer en Cristo no es solo la recitación de palabras o el cúmulo de un conocimiento intelectual, tiene que ver con la presencia del Espíritu Santo en el corazón, quien nos ayuda a estar seguros por la fe, que Cristo es el Señor y Salvador de nuestra vida, que él gobierna todo y que por su poder y gracia nos hará perseverar salvos hasta su retorno glorioso. Creer en Cristo se trata de una relación eterna con él.