En el sufrimiento no están ausentes la misericordia y compasión de Dios

Dios no halla placer en destruir o en enjuiciar como tal, incluso, en cada juicio y disciplina se complace, pero en manifestar su amor y la esperanza, ya que nunca dejará a nadie sin la oportunidad de oír el llamado al arrepentimiento y a la conversión, el evangelio siempre será oído y sus bendiciones no estarán ocultas.

“El sufrimiento que Dios permite en la vida de su pueblo no es eterno, y como quiera que estos sean están precedidos por su sabia decisión, por lo tanto, traerán bien espiritual y no mal, será para edificación y no para destrucción. Aunque los incrédulos no entiendan esto, en verdad, los procesos de tribulaciones sirven para ser ablandados, para dejar la arrogancia y reconocer la impotencia y por lo mismo la necesidad de Dios en la vida.”

Si el dolor se hace presente en nuestras vidas no debemos renegar contra Dios, porque seguramente también contaremos con el consuelo conforme la su misericordia y a la multitud de sus piedades. Pero, además, por nuestras maldades siempre nos merecemos más de las tribulaciones que nos sobrevienen, y menos del amor de Dios con que nos trata; Dios nos ha dado más de lo que merecemos, pero no menos de lo que necesitamos para ser perfeccionados y para disfrutar de su gracia y esto incluye los procesos de las pruebas.

Aunque Dios no se gozo ni se glorifica en el proceso del dolor en la vida de sus hijos, si se deleita y se glorifica en los resultados, producto de su control y de su obra, ya que al final somos pulidos y perfeccionados, nuestra fe se desarrolla, nuestro carácter cristiano es transformado y afirmado, y de esta manera somos preparados para toda buena obra. Así que en lugar de pensar que cuando sufrimos Dios nos ha desechado, debemos aprender a esperar en su propósito y provisiones, porque en todo ello siempre imperara su misericordia y su compasión.

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