De los mayores peligros para un cristiano es creerse autosuficiente, pues dejamos de lado la lectura y estudio de la Palabra de Dios, y dejamos que nuestro criterio sea quien nos indique la forma en la que hemos de pensar y actuar.
El verdadero cristiano siempre ha de recurrir a la Palabra para entender cuál es la buena voluntad de Dios, siempre agradable, siempre perfecta; porque en ella habrá deleite, pero también habrá desafíos que nos lleven a ajustar nuestra vida como Dios quiere y no como a nosotros nos parece. Saber escuchar la voz del Buen Pastor en una marca inalienable que debemos mostrar como cristianos para poder seguirle adecuadamente, tomando nuestra cruz al Calvario. Que así sea.