Dios existe y cuando se hace presente en la vida humana mediante su Espíritu Santo para hacernos sentir su amor en Cristo no necesitamos ningún argumento lógico o razonable para probar su existencia. Sabremos que Dios es real por él mismo, no sólo porque se ha revelado en la creación y a través de su palabra, sino también, porque ha decidido habitar en nosotros y con nosotros espiritualmente, lo cual nos hace sentir sus bondades y nos permite poner en él toda nuestra confianza.
Nunca tratemos de convencer a las personas sobre la existencia de Dios, ni tratemos de imponer un credo, sólo compartamos su amor que hemos experimentado, el cambio de vida que ha logrado en nosotros y la alegría con la que vivimos el día, día. Hagamos el propósito de enseñarle a alguien a estudiar la Biblia, porque del convencimiento de quién es Dios, él mismo se encargará. Vivir y actuar en lo cotidiano para la gloria de Dios es el mejor mensaje visible que el mundo puede recibir de quienes realmente creemos que Dios existe.