Acerquémonos y consagrémonos a Dios

Nuestra vida puede dejar de vagar buscando el bien cuando se acerque a Dios. Muchas cosas podemos lograr y encontrar para disfrutar en esta vida, pero lo que en realidad necesitamos por sobre todas las cosas es la presencia de Dios, en donde podemos sanar de nuestros males espirituales, reposar al ser perdonados y sustentados con todo lo necesario para vivir aquí y esperanzados con un mejor porvenir.

«Dios nos hace una amorosa invitación, y a su ves nos promete su presencia. La invitación que Dios nos hace tiene como propósito nuestra salvación, y así la manifestación de todas las cosas que necesitamos, porque, aunque Dios es omnipresente, su presencia se hace manifiesta con todas las bendiciones celestiales en aquellos que se acercan a él creyendo que existe y que recompensa a los que creyendo en Jesucristo lo buscan para iniciar una relación espiritual.»

Dios se presenta a nuestras vidas permanentemente con el evangelio, para que creyendo en Cristo seamos salvos y disfrutemos su presencia gloriosa, la cual es nuestro seguro sustento, nos sostiene en los tiempos de tribulaciones y nos da el reposo que necesitamos todo el tiempo. Unirnos a Dios es posible por la iniciativa que ya ha tomado al invitarnos a venir a él. Dios está tan cerca que podemos responder a su llamado y encontrarnos con él de inmediato, pues Cristo vino hasta nuestro sitio de pecado para sacarnos de ese estado destructor.

Dios nos proveyó a Cristo para que nuestros pecados sean perdonados, se cancele nuestra deuda espiritual y para que podamos ser santificados permanentemente, así somos gratos ante Dios y nos recibe. Sólo Cristo hace posible que nos acerquemos a Dios y que Dios se acerque a nosotros, él es el perfecto mediador, quien con su muerte y derramamiento de sangre ha logrado reconciliarnos y unirnos con Dios para salvación eterna.

En la comunión con Dios podemos tener la protección, provisión y dirección espiritual que nuestra vida necesita, porque mientras vivamos en este mundo caído estaremos al asecho de satanás. Si nos sometemos a la autoridad de Dios, a su gracia y vivimos conforme al evangelio toda nuestra vida está asegurada por la eternidad, porque en la presencia de Dios hay vida eterna y plenitud de gozo, pues ese es el propósito por el que se ha acercado en Cristo a nuestras vidas.

Que en esta comunión con Dios aprendamos a vivir agradecidos, adorando, sirviendo, clamando por su presencia y en su presencia, porque nada nos hace mayor bien que la presencia de Dios y, hoy eso puede ser una realidad si creemos en Cristo.

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