
Dios perdona, transforma y renueva, y esa debe ser nuestra búsqueda diaria. La vida humana por causa del pecado deshonra a Dios, se opone a él, y con ello nos oponemos a la vida eterna y a las bendiciones. Jamás nadie puede gozar de la vida ahora y tener esperanza del mañana siendo indiferente a la santidad de Dios. Fuimos creados para estar en comunión con Dios, para disfrutar de él y esto demanda una vida renovada, pues nos hizo conforme a su imagen, pero el pecado nos deformó, por eso hay que buscar la transformación y la vida nueva que sólo Dios puede darnos en Cristo.
“Todos pecamos porque por herencia nacimos en pecado, pero también somos pecadores porque pecamos en una elección voluntaria, por eso, aun cuando la voluntad huma es esclava por el pecado original, de todas maneras, somos responsables de nuestras acciones, y por ello seremos juzgados, a menos que busquemos el perdón y la regeneración en Dios.”
Dios trata con el pecado que heredamos, pero también con el que practicamos, por eso la solución eterna está en él, la respuesta para este problema fundamental es Cristo, así no importando lo grave y la cantidad de nuestros males recibimos la gracia del perdón, la aceptación divina y Dios en verdad puede cambiar la vida. Tal vez para nosotros sea imposible cambiar, o estemos viendo muy difícil nuestra situación espiritual, por lo cual debemos tener presente que donde abunda el pecado, sobre abunda la gracia y Cristo ha venido a morir por todos los pecados del mundo.
Cuando estamos en Cristo somos nuevas criaturas, porque Dios del caos puede producir una obra perfecta y a su agrado, por eso la obra que Dios ha comenzado, aunque dure toda nuestra vida un día terminará y nosotros resultaremos perfectos y jamás la muerte como maldición por el pecado podrá dañarnos. Por esto, hoy debemos buscar en Dios que nuestra vida sea moldeable como un papel y dóciles ante la Palabra y el Espíritu Santo, así la comunión con Dios será disfrutable, transformable y glorificaremos su nombre.