Oremos creyendo

La fe no obliga a Dios que nos de lo que le pedimos, la fe es confianza y dependencia en él, es la capacidad espiritual para recibir lo que decide darnos, lo cual buscamos mediante la oración manifestando por la fe que él puede y quiere concedernos lo que es perfectamente bueno para nuestra salvación y perseverancia.

«La fe nos centra en Cristo quien es la garantía para buscar el favor de Dios, pero también es la respuesta de Dios para nuestra principal necesidad. Cristo es la promesa cumplida de Dios, por eso por la fe en él podemos pedir de acuerdo con las promesas de Dios, quien nos dará las cosas como cumplimiento de sus promesas, pues para cada necesidad está prometida la bondad y la manifestación de Dios.»

La fe nos permite creer que Dios responderá nuestra oración, pero esta fe también nos hace esperar en conformidad con la voluntad de Dios, es decir, el cómo, el cuándo y lo que Dios quiera darnos, es asunto de él, pero es lo más conveniente para el bien de nuestras vidas. La fe no es poderosa para mover a Dios o para cambiar sus designios, más bien, creyendo en Cristo somos conectados con Dios y por lo mismo ayudados para aprender a orar conforme a lo que ha decretado para que recibamos.

La fe genuina es perseverante en la prueba y en la búsqueda de las cosas que se necesitan, pero siempre busca en el sitio correcto, y aguardará el tiempo necesario, con la plena convicción de que Dios obra mientras esperamos, que el sólo hecho de tener la presencia de Cristo en la vida, el don de la salvación, la vida eterna, tenemos lo mejor, y que las demás cosas son añadidas porque no son más importantes que lo que ya poseemos por la pura gracia y misericordia de Dios.

Compartir