
El ser humano no debe pretender conocer totalmente a Dios, o entender todos los designios de Dios como razón para creer en él. Lo único que debemos conocer y que es necesario fue revelado en las Escritura y a través de Cristo de manera especial. Para nosotros es imposible querer sumergirnos en las profundidades de Dios, nadie puede conocer más de lo que no fue revelado y hasta resulta en desobediencia querer conocer las cosas secretas de Dios. Por otra parte, condicionar a Dios para creer no es manifestación de fe ni claro conocimiento de lo que ha sido revelado.
«¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.»
El que quiere comprobación de la existencia de Dios para creer no es movido por el Espíritu Santo, sino que está siendo impulsado por la carne por la influencia de satanás. Por la fe que es un don de Dios consideramos la palabra revelada de Dios como veraz, creemos que Cristo es la manifestación perfecta de Dios, que él es nuestro salvador, que todas sus palabra y obras nos dan a conocer a Dios, su propósito salvador y que su muerte en la cruz es la ejecución del plan redentor de Dios.En Cristo Dios se hace accesible, conocible y disfrutable, no sólo porque él es Dios, sino porque también en su humanidad se muestra que sólo podemos ser salvos por su muerte como sacrificio para perdón de pecados, nos une con Dios al quitar el pecado que nos separaba, y cuando ascendió al cielo en su nombre nos fue enviado el Espíritu Santo quien nos convence de nuestros pecados y de la necesidad de Cristo en la vida. Cuando somos iluminados por el Espíritu Santo nos basta conocer para creer, lo que Dios dice de él en la Biblia y lo que la Biblia dice de Cristo.