El sueño de doña Paulita

Doña Paulita vivía en una unidad habitacional de departamentos. Su sobrino era Conserje y ella lavaba la ropa a algunas vecinas. El departamento acababa de ser ocupado y alguien le dijo que la nueva inquilina era protestante. Ocurrió que doña Paulita tuvo un sueño en el que alguien le decía: “Ve a hablar con la nueva inquilina porque ella tiene algo para ti.” Contó el sueño a su sobrino, dándole a conocer sus dudas porque le habían contado que esa señora era hereje.  Este sonrió y le dijo: “Usted vaya sin miedo, tía. Ya nadie cree que los protestantes sean diablos con cuernos y colas.”

Doña Paulita después de pensarlo y dudando fue a ver a la señora protestante porque el sueño la había impresionado. Efectivamente, se buscaba a una persona que cuidara a una niña que estaba enyesada por haber tenido un accidente. “Mi hermano y su esposa – le dijo – son maestros y viven aquí cerca; su hijita se cayó y sufrió algunas facturas; la han estado cuidando ellos mismos durante las vacaciones, pero al iniciarse las clases, alguien de su confianza tiene que permanecer a su lado.

Doña Paulita aceptó el trabajo. La niña era sumamente simpática y los padres muy buenos y amables. Por las tardes, leían y contaban a su hijita hermosas historias acerca de Jesús. Lo hacían en voz alta de modo que doña Paulita las pudiera escuchar. Lo hacía con gusto y fue así como llegó a aprender muchas cosas, mismas que transmitía a su sobrino. Después de un tiempo decidió ir al templo con ellos y el resultado fue que ella y su sobrino se convirtieron. Sus patrones se interesaron en el inteligente joven, lo ayudaron para que pudiera estudiar y lo más notable es que ahora es ministro. La anciana es sumamente feliz y como dice ella misma dice: “todo inició con un sueño”.

Es maravilloso como Dios actúa para hacernos participar de su reino, porque no importando quienes seamos nos llama, su llamado es justo en su horario y puede usar hasta los medios más extraños y curiosos para permitirnos oír el mensaje de que Jesús es el Cristo, el Mesías, el Ungido de Dios para salvarnos. Lo cierto es que nada ni nadie puede suplantar el evangelio, porque sólo a través de Cristo somos salvos, pero también usa a personas bondadosas que tienen amor por todos no importando la condición física y espiritual de las personas, están dispuestos a bendecirlos con el evangelio y con demás cosas. En esto Dios se glorifica y honra.

Estemos dispuestos hoy a ser instrumentos de Dios sin ser acepción de perdonas, porque nuestro Dios no tiene preferencia por nadie, sino que quiere que todos reciban la buena noticia del evangelio. ¡Benditos sean los que con gozo aceptan constituirse en instrumentos que él utiliza para llevar a cabo sus planes gloriosos! Digamos todos ahora: “¡Yo quiero tener el buen corazón de Dios, quiero amar a todos mostrando el gran amor de Dios! Pensemos, que si Dios nos ha recibido a nosotros siendo quienes éramos, también recibirá a todos los que respondan con fe al evangelio y por eso también debemos estar dispuestos a ser usados por Dios para tal bendición.

ORACIÓN: Permite, Padre Santo que siempre estemos dispuestos a ser portadores del Mensaje tuyo y listos a entregarlo a aquellos que tu Espíritu Santo ha señalado. Impúlsanos con el poder de tu Santo Espíritu y llena nuestro corazón de amor para que te amemos y amemos lo que tú amas, que veamos a todos por igual, con las mismas necesidades y con el mismo valor. Lo pedimos en el nombre de Jesús el Cristo. Amén.

Compartir