El amor de Dios es tan grande que no se puede comparar

El amor de Dios es incomparable, porque su manifestación es única y la más grande. La manera en la que Dios amó al mundo también refleja lo puro de su amor, porque cuando nos amó estábamos en pecado, bajo el poder de satanás y sufriendo la maldición por el pecado: no merecíamos salir de esa terrible condición de vida, y ni podíamos solos libarnos de este mal. El amor De Dios es la revelación de su propósito para salvar a los seres humanos de cualquier parte del mundo, porque no importando quiénes seamos todos tenemos la necesidad de ser libres del mal para recibir salvación.

«Aun cuando no éramos dignos del amor de Dios, él nos dio como parte de su amor el único medio de salvación, por eso es por lo que, si creemos en Cristo recibimos la vida eterna, es decir, somos libres de la maldición del pecado, ya que Dios desde el principio de la creación advirtió que el día que desobedeciera el ser humano moriría. Dios no quiere que la humanidad se pierda, sino que se salve confiando y dependiendo de la única fuente la vida eterna.»

Nadie merece la salvación, por eso la vida eterna muestra el gran amor de Dios, porque también la única condición para recibir esta bendición es, creer, y creer es la capacidad espiritual que Dios mismo nos implantan por medio del Espíritu Santo, porque nadie puede creer si no fuera convencido divinamente de que Cristo es la vida eterna. El mundo merecía destrucción eterna y el castigo permanente de Dios, pero Dios siendo tan amoroso resolvió este problema entregando a castigo lo más grande y único, a su propio hijo.

Cristo sufrió el castigo que la humanidad merecía, porque fue la humanidad la que pecó, Cristo siempre fue inocente y justo, sin embargo, por amor fue entregado como nuestro sustituto, es decir, tomó nuestro lugar y recibió por nosotros el castigo de la ira de Dios. También Dios tomó en cuenta su obediencia, para que por su obediencia seamos aceptados, pues nosotros jamás podríamos obedecer a Dios, puesto que el pecado y satanás nos incapacitaron para obedecer, y es que, creer en Cristo implica obediencia. Jamás nadie hará lo que Dios hizo por nosotros cuando no merecíamos nada, nadie lo hará porque no puede, no tiene lo que el mundo necesita y porque ya no es necesaria ya ninguna acción salvadora, pues Dios lo dio todo y lo hizo todo para que hoy podamos ser salvos.

Compartir