Oremos por curación física y restauración espiritual

Siempre debemos orar por la sanidad de los enfermos y por su santidad, es decir, debemos confiar en que Dios conforme a su voluntad, por su gracia y poder puede sanar y salvar. Sin embargo, nuestra tarea es sólo orar dejando todas estas necesidades en las manos de Dios. La confesión de pecados es personal, pero en este caso, si podemos orar por la restauración de una persona perdonada y también podemos orar para que los que necesitan buscar la gracia del perdón lo hagan con urgencia.

«En nosotros no está el asegurarle a nadie la obra que a nosotros no nos corresponde, es decir, usted si puede prometer orar por un enfermo y por una persona que ha cometido pecado, pero usted y yo no tenemos la sanidad ni el perdón en nuestras manos. Así que, siempre hay que orar confiando en Dios y esperando en su voluntad. La oración de fe es una oración de confianza y de obediencia, porque confía en que Dios puede hacer lo que determine, y que lo que Dios se propone llevar a cabo en la vida de una persona es bueno y que en todos sus propósitos Dios es honrado.»

La oración de fe sana al enfermo y el perdón se recibe cuando oramos arrepentidos confiando en Dios, pero esto será si Dios quiere, cuando el quiera y de la manera que él quiera. Nuestras oraciones no deben comprometer a Dios, ni reclamarle, mucho menos debemos condicionarlo. La oración de fe se caracteriza por ser hecha con humildad, confianza y obediencia. Esto quiere decir, que reconocemos nuestro lugar ante la grandeza de Dios, estamos seguros de que él puede hacer lo que quiera y que lo que determina es correcto y será siempre de bendición en nuestras vidas.

Abracemos la promesa de la curación y restauración divina, y no dejemos para mañana el ejercicio de la oración, porque debemos apreciar la gran bendición que Dios nos ofrece en esta promesa, pero también hay muchos enfermos físicamente y debilitados espiritualmente por los que tenemos ya que estar orando. Si nosotros mismos estamos enfermos oremos a Dios confiándole nuestra aflicción y confesándole nuestros pecados. Estemos seguros de que, si oramos arrepentidos y con fe nos perdonará, y si oramos con fe y en armonía con su voluntad también nos sanará.

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