
Dios nos ayuda a ser libres del pasado que atormenta y de nuestra vieja vida que le deshonra. El cambio que opera Dios en nosotros inicia con el perdón y con el nuevo nacimiento en Cristo. El verdadero cambio, el ser una nueva creación y nuestro crecimiento cristiano debe ser el resultado de la nueva naturaleza de Cristo en nosotros al recibirlo en nuestras vidas como nuestro único salvador. Esto significa que lo más importante no es un aparente cambio de actitud, sino el cambio de nuestra naturaleza, a partir de la cual hay un cambio de vida, es decir, una forma diferente de pensar y de vivir.
«El esfuerzo y la responsabilidad nuestra para cambiar es buena, pero esto es así cuando se considera la obra de Dios con su gracia, es decir, siempre debemos depender de Dios, porque hasta nuestra dedicación en nuestra vida espiritual depende de la bendición de Dios en ello. Toda provisión espiritual de Dios para nuestra renovación y crecimiento es eficaz cuando el forma parte activa, y esto es una promesa maravillosa para quienes hacemos todo en Cristo, es decir, confiando en sus méritos logrado en la cruz y aceptando por la fe todos los resultados espirituales de su sacrificio en nuestro favor.»
No importa cuán terrible sea nuestro pasado, o cuán terrible haya sido nuestro estilo de vida. Incluso, aunque aparentemente tengamos un pasado de buena conducta y de muchos logros, tampoco esto es la garantía para un buen presente y futuro, porque nuestro problema es el pecado original y nuestra naturaleza pecaminosa. Esto significa que todos necesitamos a Cristo en nuestras vidas, porque sólo su gracia y poder operando en nosotros nos harán necesariamente nuevas criaturas, y aunque este proceso dura toda la vida, si tiene un origen en él y será su obra completa mediante la obra del Espíritu Santo, quien es el que nos convence del pecado y nos santifica.Centremos nuestra vida en Cristo por la fe, permanezcamos en él siempre y disfrutemos la salvación, porque así nuestro vivir cristiano cada día será más glorioso por la obra majestuosa que hará el evangelio en nosotros. Que el pasado no nos atormente más, que el pecado del ayer ya no sea una carga y que todas las consecuencias de la vida antigua encuentren su fin en las bendiciones propias de estar en Cristo, en el gozo y la paz que son el resultado de la salvación en él. Vivamos nuestro presente en Cristo dependiendo de él, así nuestro pasado llegará a su fin, mientras nos enfocamos hacia el futuro glorioso, hasta que lleguemos a ser plenamente nuevas criaturas.