Dios nos revela a Cristo como nuestro Salvador a través del evangelio y sólo por el Espíritu Santo podemos creer en fe, porque nadie está en condiciones de aceptar a Cristo en su vida, a menos que Dios lo ayude con el Espíritu Santo. La única manera de ser salvos es confesando que Cristo es nuestro Salvador y así mismo debemos de vivir, pero también esta confesión debe incluir el hecho de que Cristo se hizo carne, es decir, “que estuvo en la condición humana con el propósito de morir en la cruz para salvarnos.”
“En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo.” 1 Juan 4:2-3
Debemos aceptar que Cristo murió porque la ley exigía su derramamiento de sangre, y se humanó para cumplir por nosotros las demandas de Dios. Ninguna otra cosa en Cristo es más importante como su muerte sacrificial y sustituta. Podemos hablar bien de Cristo y reconocer todos sus atributos, pero si no aceptamos su perfecta humanidad, nuestro conocimiento del evangelio no es correcto ni nuestra fe puede ser genuina. Al comprender su perfecta humanidad tal y como el evangelio lo enseña, también reconocemos su divinidad como el Cristo Dios.
El anticristo niega a Cristo, no solamente en su humanidad, sino también en su divinidad. Cualquier persona que no reconozca por la fe a Cristo, es anticristo, se opone a Dios y a su propósito. Tal cosa demuestra la condición espiritual del ser humano sujeto al mal, manipulado por satanás y envuelto en sus mentiras. La confesión de Cristo como nuestro salvador no es sólo un asunto intelectual o motivacional, sino algo relacional con Dios y se manifiesta en un cambio de vida y de rumbo, porque la obra de Dios en Cristo es para vida eterna haciéndonos nuevas Criaturas.
También debemos tener cuidado con los falsos predicadores, falsos profetas y apóstoles, porque, aun cuando el mensaje sea muy llamativo, si su doctrina de Cristo no está centrada en su muerte de Cruz, es un mensaje incompleto, o todo el que no enseñe la necesidad principal de creer en Cristo, sino que enfatiza las obras humanas está negando la necesidad que tenemos de Cristo y su eficacia en nuestras vidas. Despreciemos al anticristo, confesemos que Cristo es nuestro salvador, disfrutemos la salvación y compartamos el evangelio.