Dejemos que Dios haga de nosotros lo que él quiera

Reconociendo quienes somos, aceptando nuestra mal condición espiritual y sabiendo quién es Dios, debemos recibir su ayuda para la solución de nuestro problema espiritual. Ciertamente Dios nos creó y por medio de Cristo nos ofrece la salvación y la restauración, pero debemos aceptar este ofrecimiento por medio de la fe y obedientemente hay que permanecer en Cristo para que la obra de Dios se complete en nuestras vidas.

«Somos creación de Dios y le importamos, nos creó con mucho amor y para buenos propósitos, pero al pecar quedamos separados en la peor condición humana, pero en este momento, Dios quiere restaurar esa condición rota, perdonando nuestros pecados y restaurando nuestra vida por medio de Cristo. No seamos tan arrogantes como para no reconocer que somos criaturas de Dios, que no podemos vivir sin él y que tampoco podemos tratar con el pecado sin su intervención en nuestras vidas.»

El trato de Dios con la vida humana es misericordioso y paterno, porque él ha dado lo mejor para salvarnos, a hecho lo que nadie más haría por nosotros, porque nadie ama como Dios ama y porque nadie puede hacer lo que Dios hace. Por otra parte, le importamos a Dios, no por lo que somos o hacemos, porque en realidad, nuestra manera de vivir deshonra a Dios, más bien, es porque Dios nos creó para lo bueno y para disfrutar siempre de él y ha dispuesto a Cristo como nuestro Salvador.

Aunque el ser humano quiere lograr la mejor versión de si mismo y aunque logre todo para obtener su propio bienestar, si no reconoce a su Creador y a su Salvador, jamás logrará ser lo mejor, ni podrá tener lo mejor. Lo mejor que podemos hacer, es dejarnos moldear por el que nos creó, ya que él nos hizo conforme a su imagen y semejanza, y hoy por medio de Cristo nos perdona, nos restaura y nos usa para su gloria como él quiere, así podemos ser dichosos en esta vida y disfrutar siempre de su gloria. Así que, dejemos que Dios por su misericordia haga de nosotros lo que él quiera.

Compartir