Nuestra vida estará insatisfecha si no tenemos la gracia de Dios por medio de Cristo, aunque tengamos todas las cosas del mundo. Dios nos creó a su imagen y semejanza para que tengamos comunión espiritual con él y de esa manera podamos disfrutar de la vida a plenitud, sin embargo, el pecado y satanás afectaron esta comunión, y por esto es por lo que necesitamos a El Salvador. Cristo vino para que de nuevo volvamos a Dios y así nuestra vida tenga satisfacción y podamos ser bienaventurados eternamente.
«Toda nuestra vida estará bien, si desde lo profundo de nuestro ser estamos bien. Para que la presencia de Dios inunde nuestra vida necesitamos recibir a Cristo como nuestro Salvador, porque solamente por medio de él Dios se manifiesta en nosotros, nos perdona y restablece la comunión con él para ser saciados y llenos de vida eterna. El alma sin Dios está muerta y espera la condenación eterna a causa del pecado.»
Más que todo lo material nuestra alma necesita urgentemente de Dios, porque donde está Dios no falta nada de lo que nos da verdadera felicidad. La solución y la respuesta para la vida humana es espiritual, porque el problema grave en la vida es espiritual. Hoy debemos atesorar el evangelio en nuestras vidas, para que así sea parte de nuestro ser y tengamos a Cristo y su obra en nosotros y con nosotros, porque seguramente no estaremos más en sequedades ni bajo el poder de la muerte.
Siempre habrá en la humanidad una desesperante búsqueda de bienestar, pero todo aquel que desprecie a Cristo como la provisión de Dios, nunca estará bien, y así morirá, para pasar incluso, a una peor condición de sufrimiento. Podemos calmar el hambre y el dolor físico con cosas, pero la necesidad y el dolor supremos de la falta de Dios, no podemos resolverlo fuera de la comunión con él por medio de Cristo. Así que, lo más importante para nuestra vida, es que vuelva a su Creador por medio de Cristo nuestro único y suficiente Salvador.