Esperamos el cumplimiento de las promesas de Dios mientras disfrutamos su amor

El amor de Dios en nuestra vida es la evidencia de la esperanza que tenemos en que Dios cumplirá sus promesas gloriosas, puesto que, si ya nos manifestó su amor en Cristo y nos permite disfrutar siempre de él, todas las demás cosas llegarán a nuestra vida. La realidad del amor de Dios es por la presencia del Espíritu Santo, quien precisamente aplica el evangelio de Cristo en nosotros.

«Las tribulaciones no deben lograr que desaparezca la esperanza, tampoco nos debe avergonzar el hecho de que tengamos muchos problemas a pesar de creer en el Dios poderoso y bueno, porque justamente este es el Dios que está obrando para nuestro bien en los tiempos difíciles. Dios nos perfecciona en las tribulaciones, ahí nos hace sentir su amor ayudándonos de manera perfecta para que estemos bien.»

Dios tiene el propósito de completar en nosotros la obra que ha comenzado, por eso el Espíritu Santo siempre nos guiará a través del evangelio, nos hablará mediante la Palabra del evangelio y nos hará sentir así el amor que Dios nos ha mostrado por medio de Cristo. El Espíritu Santo con el mensaje de la cruz nos hace tener la seguridad de que somos hijos de Dios y mientras nos santifica nos hace perseverar hasta la gloria celestial.

En nuestro crecimiento cristiano y en la comunión con Dios debemos profundizar en el conocimiento y en la experiencia del amor de Dios, porque así es como podemos disfrutarlo y servir a Dios activamente hasta que llegue la plenitud de nuestra esperanza en la segunda venida gloriosa de Cristo. Esto debe ser así, porque el amor de Dios no se da por medida, sino que se derrama, es abundante y grande. Así que, disfrutemos del amor de Dios mientras esperamos el cumplimiento de todas sus promesas.

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