
De manera personal debemos tener la disposición y el deseo de darle a Dios toda la gloria, incluso, hay que aceptar que nuestra vida le pertenece; él nos creó y nos salvó por medio de Cristo, por eso no debemos de cansarnos, ni dejar de hablar en alabanza de todas sus maravillas. Cada vez que hablemos bien de Dios vamos a confiar más en él, porque al confesar lo que él ha hecho, esas palabras serán usadas poderosamente para que se graben en nuestra vida.Que todo lo que hagamos en el día vaya dirigido a Dios, porque también de esa manera, seguramente tendremos la bendición de Dios para que seamos prosperados en nuestro quehacer diario. Consideremos como prosperidad estar en la comunión con Dios recibiendo su gracia en Cristo. Siempre habrá razones para adorar a Dios de todo corazón y nunca se nos puede acabar la alabanza que bendiga el nombre de Dios, ya que es incontable la gracia y la misericordia que ha manifestado en nuestras vidas. Así que, no dejemos de decir en la alabanza lo bueno que es Dios.