Confiemos en Dios porque solo con él somos capaces de cruzar los valles peligrosos

Sentir miedo no es de cobardes, tampoco el buscar refugio es de cobardes. Realmente, cuando nosotros buscamos a Dios en medio de todo lo que nos causa terror hacemos bien, ya que nuestro valor, seguridad y estabilidad dependen de Dios.

Cuando acudimos a Dios para tener su protección no se trata de huir como cobardes, más bien es buscar la posición necesaria, la fortaleza y todo lo que necesitamos para enfrentar el mal que nos acecha y que nos ataca. Porque en verdad, no se trata de cuánto miedo tengamos o de que no tengamos miedo, finalmente, lo más importante es que no seamos vencidos por el mal.

La presencia de Dios es nuestro valor para cruzar los valles de sombra y de muerte, porque él es quien nos sostiene con su mano poderoso, nos guarda del peligro y nos hace vencedores. No caminemos solos en esta vida, porque de lo contrario hasta la sombra del mal nos acabará, por el miedo que paraliza.

Compartir