
Debemos estar esperando con gozo y perseverancia a nuestro Señor Jesucristo, lo cual también demanda un espíritu ferviente de servicio y fidelidad, siempre dependientes de Cristo, clamando por sus promesas que son suficientes para ayudarnos a estar firmes.
“Cada día debe ser vivido con total entrega haciendo lo que es bueno y agradable a Dios, pensando que pudiera ser el último que tenemos para manifestar amor y gratitud a quien nos salvó con su propia vida y quien nos prepara la gloria celestial.”
No sabemos cuándo será el retorno de Cristo por su iglesia, pero estamos seguros de que vendrá y esta promesa nos anima a esperar con nuestra fe activa disfrutando las bendiciones celestiales y eternas, porque, aunque en la segunda venida de Cristo se cumplirán promesas y muchas de nuestras posiciones serán consumadas, hoy disfrutamos las primicias de nuestro gran gozo en gloria.Cada día está más cerca el encuentro con nuestro salvador, ese día será sin igual, por eso debemos anhelar que Cristo ya venga. Quienes no desean que el Señor ya regrese, es porque anhelan más la vida mundana y pasajera, y por lo mismo no están alertas ni con una fe activa.Debemos estar perseverando, animados en medios de las pruebas, consolados con esta grandísima promesa del encuentro con Cristo, porque él nos quitará la angustia para siempre, nuestra tristeza se convertirá en gozo y nuestros llantos en risas. No dejemos que nuestro corazón se desanime en los tiempos angustiosos como para desmayar, no nos dejemos engañar por el malo, ni nos cansemos de esperar, estemos siempre alertas y seguros que Cristo pronto vendrá.