
Sólo aprendiendo a perdonarnos podemos crecer y caminar juntos en la familia, entendamos que no somos perfectos, que somos familias, pero aún más, que cuando éramos enemigos de Dios él nos reconcilió porque decidió amarnos y, a través de Cristo nos unió con él. Son muchas las cosas que se pierden en el hogar por juzgarnos en nuestra conducta sin perdón, en lugar de ayudarnos a crecer juntos.
No siempre nos tendremos, hay que valorar el tiempo y todas las cosas que Dios ha querido darnos mediante la familia en la que nos ha hecho existir. Seguramente todas las cosas que nos han llevado a distanciarnos de nuestros seres queridos son insignificantes o tiene solución, pero por la falta de amor y decisión en Dios no hemos dado el paso necesario para perdonarnos y relacionarnos. En la mayoría de los casos son las cosas materiales las que nos dividen o la falta de control en el carácter. Pensemos que la familia vale más que todo bien material y que Dios puede darnos el control que necesitamos mediante su Espíritu Santo.