Se habla mucho de evangelización; se organizan campañas, se invitan a importantes oradores, se comparte el evangelio de manera personal y participamos con nuestros recursos económicos. ¡Excelente! Sin embargo, se está olvidando el espacio de la formación cristiana en la congregación, o por lo menos los congregantes no toman con seriedad ese espacio para recibir la capacitación bíblica o para capacitar a otros. También en este espacio se hace llegar el evangelio, porque cuando conocemos más la palabra de Dios tenemos más conocimiento del evangelio, así lo disfrutaremos y lo compartiremos.
Se invitó a una persona que había sido alumno por más de 15 años, para que se hiciera cargo de una clase en el departamento de adolescentes de la iglesia. “Discúlpeme,” hermano -replicó- “no me siento capacitada para eso.”
¿Cuántos años más tendrían que pasar para que esa alumna terminara su curso, se graduara y así se sintiera capacitada para enseñar a otros? ¡Que oportunidad tan hermosa estaba perdiendo de colaborar con el Espíritu Santo al conducir a esos jovencitos a los pies de Cristo para que fueran salvos!
Pedro y Juan eran solamente pescadores sencillos, sin letras y del vulgo; pero se les reconocían que habían estado con Jesús y que obedecían su mandato de ir a predicar el evangelio a toda criatura: “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas;” Marcos 16:15-15
Es hora de que cada cristiano acepte su responsabilidad y ocupe su lugar como propagador del evangelio. No es posible que sigamos escudándonos por la falta de tiempo, de capacidad y de preparación. Las oportunidades son diversas. GRADUEMONOS, DE UNA VEZ POR TODAS. Aunque esto no implica que ya no tengamos la necesidad de continuar conociendo mas el evangelio, pues la voluntad de Dios es que podamos crecer en el conocimiento de la verdad.
Quizás lo que nos falta para poder servir a Dios predicando a Cristo es, conocer lo suficiente a Cristo y estar con él en una comunión constante y creciente. Probablemente falta profundidad a nuestra vida cristiana y no podemos escuchar la voz de Dios y sentir la fuerza y la inspiración del Santo Espíritu para emprender el cambio y el camino de la fe y servicio. Los discípulos recibieron el poder y se convirtieron en testigos.
ORACIÓN: Nuestro buen Dios, revélanos cada vez más a Cristo en el corazón mediante el Espíritu Santo y tu palabra para que conozcamos más el evangelio. ¡Fortalece nuestra fe, Señor! Danos el valor y la convicción para tomar la bendición de predicar en evangelio a donde tu nos llames a hacerlo. Lo pedimos en el nombre de Jesús nuestro Cristo. Amén.