
El Pastor de una Iglesia recibió carta de un colega de una pequeña población. En ella le encargaba que atendiera a una hermana que iba a la ciudad a internarse en un Sanatorio. “No hay necesidad de ayudarla económicamente; sólo le encarezco que le muestren amor cristiano visitándola y animándola, ya que ningún familiar le acompaña”, decía la carta. El Pastor habló a su iglesia acerca del asunto.
En la fecha indicada fue a recibir a la hermana, quien venía acompañada de una humilde pareja de campesinos. Todo estaba previsto, de modo que la enferma se internó en el hospital y los acompañantes en un hotel cercano. El domingo, el ministro insistió en el asunto, solicitando que la visitaran. Pasaron los días y él estuvo varias veces con ella, pero nadie más lo hizo. Sólo la acompañaban, constantemente, las dos personas que habían venido con ella y quienes la cuidaban de todo lo necesario.Salió la enferma del Sanatorio y se alojó en el hotel. Un domingo asistió a la iglesia para dar gracias al Señor por su mejoría. Algunos hermanos se acercaron para darle sus parabienes. Muy pocos supieron que se llamaba Martha. Como no estaba dada de alta por su doctor, siguió asistiendo a los cultos. Un domingo, el Pastor habló a la congregación de la necesidad de ayudar económicamente a cierto hermano, que después de varias semanas de gravedad iba a salir a su casa, pero debido a su condición física, necesitaba de una cama con características muy especiales. El costo era alto y la familia ya no podía solventarlo. Hubo algunas ofrendas, pero no cubrían ni la décima parte del importe.Por la tarde, la hermana Martha envió a la Iglesia una carta agradeciendo a sus “hermanos” sus atenciones. Decía que le era necesario regresar a casa para atender sus asuntos. Acompañaba un cheque por una cantidad que cubría ampliamente el valor de la cama para el enfermo. Cuando el pastor informó sobre el asunto dio el nombre de la donadora, todos quedaron sorprendidos: se trataba de doña Martha, la que habías estado internada y que nadie de la iglesia la visitó, aunque el Pastor insistió que lo hicieran. Ella era dueña de una finca ganadera, eso a nadie se lo comentó. ¿Muchos la hubieran despreciado como lo hicieron al saber quién era?El amor nos capacita para tener compasión de las personas que necesitan de nuestro acompañamiento y de cosas necesarias para sus necesidades materiales, pero también nos hace compartir de lo que tenemos aun con las personas que no hacen nada por nosotros, o que cuando pudieron ayudarnos no lo hicieron por nuestra apariencia o porque sencillamente no fuimos de su agrado. El amor de los cristianos se manifiesta siempre, se ve como la luz en la oscuridad y no tiene barreras, ni es condicionados, porque es el mismo amor con el que Dios nos amó aun cuando nosotros no lo merecíamos.ORACIÓN: Señor, perdona nuestra indiferencia, nuestra falta de obras motivadas por el amor, ayúdanos a obedecerte amando a todos, teniendo compasión por todos, sin excepción, llena nuestro corazón de tu grande y puro amor. Que manifestemos en el mundo con hechos y no con palabras que somos tus hijos, quienes debemos amar como nuestro Padre celestial nos ama. Oramos en el nombre de Jesús. Amén.