El Espíritu Santo nos convence para creer en Cristo y nos acompaña siempre

Dios nos convence de su plan salvador por medio del Espíritu Santo. Los discípulos y todas las personas que estuvieron con Jesús escucharon la Palabra de su propia boca y pudieron ver y experimentar milagros como testimonio de que él era el Cristo. El propósito de Dios es que Cristo sea conocido y manifestado en todo el mundo, por eso ahora con su Espíritu Santo esto es posible, porque así podemos tener la manifestación de Cristo en nuestras vidas y somos capacitados para creer que él es nuestro Cristo; el ungido de Dios para salvarnos.

“Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado.” Juan 16:7-11 RVR1960

Hoy satanás a todos nos acusa de pecados, el Espíritu nos redarguye, es decir, nos convence de nuestros pecados, pero a la vez nos muestra la solución, nos ayuda para creer que es posible ser perdonados en Cristo, que su sacrificio fue necesario y eficaz para ser aceptados por Dios como sus hijos. El propósito de satanás es señalar nuestra maldad para que nos alejemos de Dios como quienes no tienen esperanza, pero el Espíritu Santo nos ayuda para encontrar la esperanza en el evangelio.

Nuestra situación espiritual siempre nos hará dependientes del sacrificio de Cristo y de la obra del Espíritu Santo. Sólo Cristo es capaz de agradar y obedecer a Dios por nosotros, y sobre sí cargó con nuestros pecados y castigos, por eso sólo en sus méritos podemos ser libres de la condenación y agradamos a Dios. Estas bendiciones del evangelio son implantadas en nosotros por medio del Espíritu Santo, por quien también recibimos la sabiduría del cielo y la fe para creer.

Por medio del Espíritu Santo recibimos el consuelo en todo momento, es decir, somos animados en las pruebas, ante el pecado nos señala a nuestro abogado y cuando satanás muestra sus artimañas, el Espíritu Santo nos guía en la verdad y nos ampara y consuela con el evangelio. Así es como podemos estar seguros de nuestra completa salvación en Cristo, de la victoria ante satanás y de nuestra segura santificación.

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