
Todas las promesas que Dios nos da son respaldadas por su veracidad y por su gracia, es decir, todo se cumple como Dios lo promete y nos ayuda para que podamos obedecer como él espera que lo hagamos, porque solamente así seremos bendecidos. Nuestra obediencia depende de la obediencia de Cristo ante Dios, quien guardó la Palabra, y efectuó el sacrificio correspondiente complaciéndolo para salvarnos y para que tengamos seguras las promesas.
“Guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando, para que haciendo lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová tu Dios, te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre.” Deuteronomio 12:28 RVR 1960
Todo intento por querer obtener las bendiciones de Dios independientes del evangelio es un fracaso, porque nadie por más que se esfuerce puede agradar a Dios con sus obras que resulten del mero esfuerzo y de una supuesta vida de santidad a través de cuidar el buen comportamiento. Nuestra vida siempre debe buscar glorificar a Dios creyendo en Cristo y aceptando su sacrificio como único y suficiente para tener comunión con Dios y disfrutar de él para siempre.Cristo cargó con todas nuestras maldiciones y sufrió por ellas en la cruz, e hizo que todas las bendiciones de Dios sean dirigidas a nuestras vidas, por eso todo lo que hacemos para la gloria de Dios debe iniciar con la aceptación de ese gran ofrecimiento que Dios nos hace al darnos a Cristo. Solamente los que reciben a Cristo tendrán las promesas de bienestar que Dios ofrece. Únicamente cuando disfrutamos la bendición de estar en Cristo es cuando vamos a tener todas las bendiciones de Dios.Por todo esto, nuestra vida debe vivirse enfocada en la verdad del evangelio para obedecer la Palabra confiando en Cristo, y esto mismo es lo que debemos transmitir a nuestras generaciones, porque si ellos no creen y no viven dependiendo de Cristo, no importa lo bueno que hayamos hecho nosotros en la fe, ellos no pueden gozar de Dios para siempre. La salvación es un asunto personal, lo mismo el cumplimiento de las promesas de Dios en la vida, por lo tanto, procuremos que nuestras generaciones conozcan a Cristo para que también vivan las bendiciones de Dios en sus vidas.