Dios quiere que gozamos su gracia y no que suframos su juicio divino

La autosuficiencia y la autocomplacencia están dañando profundamente al ser humano; por un lado, “el creer que todo lo podemos y que tenemos todo bajo control” es lamentable por la pobreza espiritual que se va extendiendo en la vida de las personas y, por otro lado “el vivir para uno mismo” nos deja vulnerables y viviendo a riesgo de la destrucción por la obra del diablo, quien se dispone a robar, matar y destruir a la sociedad y a la humanidad

Perecerán los que se alejen de ti; tú destruyes a los que te son infieles. Para mí el bien es estar cerca de Dios. He hecho del Señor Soberano mi refugio para contar todas sus obras. Salmos 73:27-28 NVI.

Podemos imprimirle vanidad a nuestro cuerpo y adquirir mucho conocimiento, pero inevitablemente nuestro cuerpo se desgasta y el solo conocimiento se acaba. Lo que hoy somos y mañana logremos ser o hacer se esfumará con el tiempo y nada ya es recuperable. Pongamos nuestra atención a Dios para que lleve nuestra vida a eterna seguridad y esperanza.

No importa quienes seamos o lo que tengamos, si nuestras vidas no corresponden como Dios lo determina en su santa voluntad pereceremos por el juicio divino. Debemos entrar en una relación cercana con Dios, porque el verdadero bien de la vida se haya en esto, y es en Dios en donde podemos encontrar total seguridad.

Hagamos uso de todos los medios que Dios ha puesto a nuestro alcance para permanecer en comunión con Él, tengamos presente que se está dejando encontrar, porque siempre está buscándonos y que podemos llamarle y ser oídos, porque el ha querido acercarse a nosotros. Que todo esto sea para que gocemos de su gracia y no para que suframos su juicio divino.

La Biblia también dice:

Si alguien cree ser algo, cuando en realidad no es nada, se engaña a sí mismo. Gálatas 6:3 NVI.

 Porque nada de lo que hay en el mundo —los malos deseos del cuerpo, la codicia de los ojos y la arrogancia de la vida— proviene del Padre, sino del mundo. El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. 1 Juan 2:16-17 NVI.

 

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