Por la fe en Cristo todos nuestros pecados pueden ser perdonados y recibimos la vida eterna.
»Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios. Juan 3:16-18 NVI
Cristo Jesús
es el único que nos puede librar del poder del pecado y de la paga del pecado; él nos fue dado como salvador, su nombre significa salvador, porque es el único que pudo cumplir con las exigencias justas de Dios, su sacrificio fue aceptado por Dios, él sufrió en nuestro lugar el castigo que debíamos pagar por pecar contra Dios.
Hoy en el nombre de Cristo y por sus méritos en la cruz del calvario todos nuestros pecados son perdonados y ya nadie tiene que pagar o ser castigado por ello, pero para esto, debemos aceptar por la fe este sacrificio que él hizo en nuestro lugar, lo cual demanda sometimiento a la voluntad de Cristo y un modo de vida diferente caracterizada esta por una actitud de agradecimiento y como una señal externa de nuestra fe en él.
El que por la fe ha recibido lo que Cristo hizo lo muestra con obras buenas que agradan a Dios, el que no ha recibido este sacrificio sigue actuando en desagrado para con Dios y sufrirá como paga de su mal. El que tiene fe verdadera en Cristo muestra obras buenas, las cuales son gratas ante Dios y edifican la vida de todos.
La Biblia también dice:
Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios. Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 1 Juan 5:13-14 RVR1960. No solamente tenemos vida eterna, sino que también, tenemos acceso directo a Dios quien es la fuente de toda nuestra provisión.
Por la fe en Cristo todos somos hijos de Dios y como tales tenemos la misma dignidad y valor, porque también todos somos revestidos o transformados a la misma imagen de Cristo: Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo. Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús. Gálatas 3:26-28 NVI