El pecado destruye la vida humana

El peor dolor que sufre la humanidad es por la presencia del pecado en la vida, nadie es realmente una persona alegre y con esperanza, si no hay recibido el perdón de Dios.

«Por tanto, para que sean borrados sus pecados, arrepiéntanse y vuélvanse a Dios, a fin de que vengan tiempos de descanso de parte del Señor, enviándoles el Mesías que ya había sido preparado para ustedes, el cual es Jesús.» Hechos 3:19-20 NVI

El efecto del pecado en la vida humana es dolor y muerte.

La misma naturaleza humana manifiesta la incapacidad para tratar por si solos con el pecado, por lo cual, se necesita la intervención de Dios; solo Dios puede perdonar los pecados y puede librarnos del pago por nuestras maldades.

Dios a través de Cristo ha hecho posible el que podamos salir de esa vida de dolor y de esclavitud pecaminosa, a un vida nueva caracterizada por vivir la presencia manifiesta de Dios con tiempos de grande alegría.  Hoy es un buen momento para oír la voz de Dios que nos llama a volvernos a Él, para salir de inmediato de la esclavitud del pecado y así lograr un presente y un futuro maravillosos.

Hagamos de este momento un tiempo de confesión de pecados, entremos en una relación con Dios para ponernos a cuentas, y así serán borrados nuestros pecados y también la tristeza de nuestro corazón.

También así lo enseña la Palabra de Dios:

Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no tenemos la verdad. Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad. Si afirmamos que no hemos pecado, lo hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros. 1 Juan 1:8-10NVI.

»Por tanto, sépalo bien todo Israel que a este Jesús, a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha hecho Señor y Mesías». Cuando oyeron esto, todos se sintieron profundamente conmovidos y les dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: —Hermanos, ¿qué debemos hacer? —Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados —les contestó Pedro—, y recibirán el don del Espíritu Santo. Hechos 2:36-38 NVI

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