Nuestra vida eterna es el fruto del amor de Dios

El interés de Dios por su amor y su abundante misericordia, es que el ser humano reciba el perdón y la vida, porque no hay otra forma de ser libres de esa condición miserable, sino por la fe en Cristo, y es Dios quien ha provisto a Cristo y la fe.

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos),”Efesios 2:4-5 RVR1960

La única fe eficaz y verdadera es la que implanta Dios en nuestro corazón para que creamos en Cristo y recibamos la vida eterna. Una persona que está muerta en sus delitos y pecados, no puede despertar por si sola a la vida, pero una vez que ya está viva y de pie, puede actuar en respuesta de quien le dio la vida; tal personas además de dar frutos de fe que le permite relacionarse con Dios, también debe procurar hacer todo lo posible para que su fe crezca a medida que conozca más a Dios y tenga comunión con Él.

Por el puro amor y por la misericordia de Dios, en Cristo y mediante el Espíritu Santo fuimos vivificados gratuitamente, es decir, recibimos la vida eterna sin que la mereciéramos, porque teniendo la vida plena cuando fuimos creados, la perdimos por causa del pecado.

Esta condición desdichada en la que nos encontrábamos, nos fue cambiada por un lugar en las alturas con la potestad de ser hijos de Dios. Fue por la riqueza de su misericordia, la grandeza de su amor, y el maravilloso carácter de su gracia, que Dios “nos vivificó” juntamente con Cristo aun cuando estábamos muertos a causa de nuestros delitos”

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