No hay mejor vida que la que se vive en paz y con todos los favores de Dios, y esto es posible cuando le prestamos oído a su voz para guiar nuestra vida a través de ella.
“Hijo mío, no te olvides de mi ley, Y tu corazón guarde mis mandamientos; Porque largura de días y años de vida Y paz te aumentarán.” Proverbios 3:1-2 RVR1960
La palabra de Dios es vida, sus consejos nos hacen prosperar porque siempre nos llevan por el camino del bien
, nos dan el conocimiento necesario para hacer bien las cosas y es la fuente de la sabiduría para tomar las mejores decisiones.
Tenemos que hacer personal la enseñanza de Dios, y que toda nuestra persona se mueva a través de ella, y que nuestro pensamiento esté basado en ella, para que todas nuestras intenciones sean buenas. De esta manera Dios prospera nuestra capacidad para emprender cosas, porque si nuestra mente tiene buenas cosas y está sana, todo lo que hagamos será bueno y próspero.
Los mandamientos divinos complacen a Dios, porque al vivir nosotros conforme a ellos estaremos bien, nuestra vida será maravillosa en calidad y en cantidad de años. En nuestro corazón debemos atesorar la palabra de Dios, para que todo nuestro ser se amolde a ella, y para que la ley de Dios, nos de la forma que Él quiere que tengamos, ya que Dios anhela lo mejor para nuestra vida. Nada hay que Dios no haga movido por su amor y por sus buenos propósitos, determinados eternamente para el bien de sus hijos y de su pueblo.
Cuando recibimos humildemente la palabra de Dios para obedecerla, Él nos bendice, porque sus enseñanzas nos harán sentir bien, ya que tendremos paz interior, y no nos avergonzaremos delante de Él, porque andamos en sus caminos. Hagamos de las promesas de Dios las razones de nuestra alegría futura, larga y llena de bienestar, porque no solamente son largos años los que Dios nos promete, sino que es un tiempo largo, cargado de bendiciones y de abundante paz.