
Ante todos los males de esta vida no dejemos de clamar a Dios por su misericordia y también para y por su verdad y voluntad, lo cual hará que estemos bien, porque siempre necesitamos del sustento y la dirección de Dios.
«Jehová, no retengas de mí tus misericordias; Tu misericordia y tu verdad me guarden siempre. Porque me han rodeado males sin número; Me han alcanzado mis maldades, y no puedo levantar la vista. Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla.» Salmos 40:11-12 RV1960
Siempre debemos estar pidiendo a Dios su misericordia, en cada momento la misericordia de Dios nos es necesaria y suficiente,
necesaria porque la vida está diseñada para vivirla y disfrutarla en relación con Dios, y suficiente, porque Dios sabe exactamente lo que necesitamos para estar bien en determinada situación. Cuando clamamos a Dios por su gran misericordia manifestamos humildad de espíritu, es decir, reconocemos que Dios como nuestro ayudador, pero también esto nos debe hacer estar sumisos a Dios ante sus voluntad, debemos guiarnos por su palabra que es la verdad.
La confianza en Dios no será real si por un lado pretendemos aceptar sus promesas y por el otro rechazamos sus mandamientos. Aceptar a verdad de Dios demanda total confianza, pero también obediencia, de ese modo nuestra vida estará siempre sustentada, porque aun los mandamientos de Dios para nosotros son el alimento y la vida. En recibir la verdad de Dios y en guardarla en nuestro corazón está también la delicia de la vida.