Estando bajo el poder de la muerte por el pecado en Cristo nos llegó la vida eterna

Merecidamente por el pecado vivíamos bajo condena divina, pero la sentencia fue anulada contra nosotros, el día que Cristo decidió tomar nuestro lugar, ahora vivimos con vida eterna en lugar de estar bajo sentencia de muerte eterna. Ya ningún peso de pecado estará más sobre nosotros si ponemos nuestra fe en Cristo, por quien todos nuestros pecados alcanzan perdón.

«Por el pecado de Adán fuimos sentenciados al castigo eterno, y de la misma manera, la muerte física alcanzó a toda la descendencia de Adán. Este pecado nos corrompió totalmente pues nacimos con la inclinación a pecar, y por eso nacimos bajo el poder del pecado, bajo la maldición y con una sentencia divina sobre nosotros. Quizás alguien tenga la ocurrencia de decir ¿y, yo que culpa tengo por el pecado de otro? Realmente, también somos pecadores porque pecamos.»

Pero aún más, los que cuestionan el pecado de Adán en nosotros, deben considerar, que sin que lo merezcamos, también por la obediencia de uno se canceló el veredicto de culpables, y se anuló la sentencia de condenación que había sobre nosotros. Cristo con su muerte nos dio la vida, porque su muerte fue el pago por nuestros pecados, sobre él fue ejecutada la sentencia que había contra nosotros.El que hayamos quedado libres de toda condenación no es porque Dios no ponga en alto su justicia, sino porque realmente, Dios aplicó la justicia, cosa que cayó sobre su propio hijo, así es como Cristo nuestro Señor cumplió con la justicia divina. Si Dios había dicho que la paga del pecado nuestro era la muerte, por eso fue que Cristo murió, para pagar el precio que Dios había determinado a causa de nuestra desobediencia, la cual vino desde nuestro padre Adán.

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