No importa lo que tengamos que enfrentar en la batalla por nuestra fe en Cristo, cualquier cosa por muy complicada que sea, siempre valdrá la pena enfrentarla por la salvación que tenemos y por la gloria que recibiremos. Cualquier obstáculo en la carrera de nuestra fe será superado y perseveraremos hasta el final.
No hay nada mejor que vivir por fe, ya que es la única forma en la que realmente nos sentimos plenos y con un futuro lleno de dicha, porque ni siquiera la ausencia de problemas o la abundancia de cosas hacen que la vida se viva tan gozosa, como el tener la certeza de que Dios el que todo lo puede y que todo lo tiene, está con nosotros y que se ocupa totalmente de nuestras vidas.
Toda adversidad y obstáculo que Dios permite que enfrentemos en nuestra lucha cristiana y en la carrera de nuestra fe, no tiene el propósito de que nuestra fe mengue o desaparezca, sino más bien, que se haga más fuerte, y que a través de esta fe podamos vencer y enfrentar los obstáculos que se nos presentan en el camino y así perseverar hasta el final. Por la fe luchamos y enfrentamos todas las aflicciones y pruebas de la vida, y con la fe es que podemos terminarlo todo hasta recibir la gloria de Cristo.
Nuestra mentalidad y toda nuestra vida debe estar enfocada en vivir por la fe y en perseverar en el evangelio que hemos recibido pese a toda dificultad, pero también la fe es lo más fundamental en todo esto, porque tener fe es igual a tener a Dios de nuestro lado, porque la fe es la confianza y la dependencia total en Él, es confiar en sus promesas y cada una de ellas tiene que ver con su intervención, con la victoria y con la perseverancia de nuestras vidas.
Es estar seguros de lo que esperamos y de lo que aún no vemos pero sabemos que llegará, y que veremos cumplido todo lo que se nos ha prometido, esto en el tiempo preciso y de la mejor manera. Que nada nos haga perder la fe, sino más bien, que con la fe podamos ganarlo todo, la batalla y la carrera de nuestra fe.