
Dios protege a sus hijos de las enfermedades y les infunde valor a través de su acompañamiento. Así que, no tememos a las pestes, porque Dios está con nosotros, nos protege.
“Si Dios ha permitido este mal es porque nuestra fe es probada para afirmarnos más en Cristo, pero para los que rechazan a Dios es juicio.”
Dios nos protege de las armas, de las enfermedades que atacan nuestro cuerpo, y de las plagas que pueden destruir los campos,
pero así de todos los males que se levantan contra nosotros. Ante los virus, bacterias y todas las pandemias que se propagan, quizás muchos se preguntan ¿acaso Dios no puede con ello? ¿Ya se olvidó de nosotros? ¿Nos está castigando? Dios tiene absolutamente el control de todo lo que sucede, por eso, debemos afirmar categóricamente que todas las enfermedades, plagas y accidentes que en algún momento nos han afectado, y ante los que muchos han sido víctimas, es porque Dios lo ha permitido con un fin bueno.
Tanto los buenos y los malos que mueren víctimas de algún mal, es porque Dios lo ha permitido con un propósito decretado por él mismo desde la eternidad, es decir, nada sorprende a Dios o lo agarra desprevenido y sin posibilidades. Por esto mismo, también debemos aceptar que este planeta está vivo y seguirá viviendo porque Dios lo ha protegido. Dios nos protege, por eso sabemos que el virus que hoy anda en el aire pronto morirá, porque Dios a través de la ciencia nos proveerá la cura y el antídoto para erradicarlo.
Hoy debemos pedirle a Dios que nos quite todo pánico, porque el miedo paraliza y no nos deja actuar correctamente, debemos orar para que pronto este mal sea acabado, y que nos dé un corazón agradecido, para que cada vez que hagamos memoria sobre esto, nos acordemos que nuestra vida estuvo en peligro, pero que Dios nos protegió.
Para aquellos hijos de Dios que han caído o caerán víctimas de este mal, esto no es una derrota, porque para los cristianos, el morir es ganancia, y además, porque ante el mal, nunca perdieron la fe ni la salvación. Pero aquellos que murieron o morirán sin arrepentimiento, lamentablemente se perderán, porque para los cuales la enfermedad fue también un juicio.