El poder de la gracia nos libró del poder del pecado

Por Cristo fuimos liberados de la maldición por no guardar la ley, por eso, aunque él no pecó murió colgado en un madero por nosotros, tal y a como la Biblia lo dice; “Maldito todo el que es colgado de un madero”.

La ley condena, y Cristo vino  al mundo no para condenarlo, sino para salvarlo, por eso debemos poner nuestra esperanza en Cristo y nos en nuestros méritos personales, porque ellos no nos alcanzan como para que por nuestros propios logros seamos salvos; aun hasta en nuestra mejor obediencia a la ley hay fallas.

En Cristo obedecemos porque tenemos vida eterna y no para tener vida eterna, la cual hemos recibido por la obediencia de Cristo y no por nuestra obediencia a la ley. La ley exigía como castigo la muerte para el que no la guardara, nosotros no podríamos guardarla, por lo que caímos bajo el poder y bajo el castigo del pecado, pero para eso vino Cristo, para pagar por nuestros pecados, para cumplir con las exigencias de Dios y que de esa manera recibiéramos el perdón y la vida eterna.

La gracia de Dios en Cristo fue necesaria, ya que en la ley se exige cumplimiento para vida, y esto fue lo que hizo Cristo, cumplir la ley divina a la perfección. Pero a la vez, en la ley exige castigo por el pecado, y por eso Cristo sufrió el castigo por nuestros pecados.

Con la gracia de Cristo no solamente somos perdonados, también somos limpiados y cada día estamos siendo capacitados para luchar contra el pecado, porque aunque Cristo ya destronó al pecado, nosotros en la vida diaria debemos vencerlo con el poder y con la victoria de Cristo.

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