
La gracia de Dios son sus abundantes y permanentes bondades manifestadas a quienes no merecemos más que el castigo por nuestros pecados.
Todo lo que Dios ha hecho y hace tiene como propósito, que la humanidad pueda ver su inmenso amor, y hoy nos alumbra con la luz del evangelio para que veamos el camino de regreso a él donde hay bendiciones y vida eterna, ahí en donde está nuestra seguridad, para que nos despojemos de toda ansiedad que llega como resultado de la incertidumbre de la vida. La gracia de Dios nos asiste en todos los aspectos de nuestra vida; en lo material y en lo espiritual, porque Dios de manera integral nos bendice cotidianamente y nos prepara para la gloria eterna.