Una planta depende siempre del rocío fresco, porque con el agua las raíces se fortalecen y eso hace que haya crecimiento y fructificación. De la misma manera necesitamos la intervención de Dios que nos brinda frescura y vida.
“Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano.” Oseas 14:6 DHHDK
El rocío es la provisión de la naturaleza para renovar la superficie de la tierra, toda la vegetación se llena de colores y de frutos como agradeciendo al que tiene el control del rocío, pues es Dios quien estableció leyes para que la naturaleza actuara de manera maravillosa.Este proceso natural para que las plantas estén bien, aquí se usa de manera simbólica para enseñarnos sobre la condición del pueblo de Dios cuando las bendiciones les llueven por la providencia divina. Debemos aceptar con humildad que necesitamos la intervención de Dios en nuestra vida para estar bien espiritualmente y tener todo lo necesario, en todos los aspectos de la vida, de tal manera, que aquí podamos disfrutar vivir y también tengamos la esperanza de la vida venidera.Dios nos ha dado la bendición del Espíritu Santo, quien nos renueva, vivifica y nos santifica para estar embellecidos espiritualmente y dando abundantes frutos para la gloria de Dios. El anhelo de Dios es que tengamos un crecimiento espiritual óptimo, porque también de esa manera se nos añadirán todas las bendiciones materiales, para que siempre estemos contentos, y eso también sirva de testimonio, de que los hijos de Dios estamos bien porque Dios está con nosotros.Si no atendemos con diligencia la necesidad del rocío de Dios, el pecado o las adversidades nos tendrán siempre marchitos, la raíz puede comenzar a pudrirse y como consecuencia toda la planta. Dios siempre nos ofrece los medios necesarios para crecer en la gracia de nuestro Señor Jesucristo; debemos orar con urgencia, alimentarnos de la Palabra de Dios y dejarnos guiar por el poder del Espíritu Santo.Si hoy nos sentimos, cansados y consumidos por el calor golpeador del mal, clamemos a Dios, pidamos que venga la lluvia fresca y renovadora, pero también tengamos en cuenta, que hay veces, que antes que caiga la lluvia hay truenos y relámpagos, esto es porque aun en medio de las pruebas Dios nos vivifica, antes que venga la riqueza espiritual nos puede abrazar un proceso difícil de prueba, pero tengamos la certeza, que con ello nuestra fe crecerá y nuestra vida cristiana estará radiante y fructificando